martes, 12 de agosto de 2008

Camino en círculos.
Creo que a pesar de todo me morí un poco en el ínterin. Mi vida es un lento suicidio indeciso. Evitando la cobardía tampoco me envalentono. Simplemente el mundo se sucede y yo me enojo cada día un poco más por cada vez menos.

Parto cuando la huella puede seguirse en el suelo, cuando mi ansiedad ha dejado marcado mi circular.
Afuera nada logra apaciguar, tampoco, esto que me carcome, dedo a dedo. Felicidades, me digo, mientras me doy una palmada. La alegría de vivir se compra en kioscos que no frecuento. Los que me quedan de paso solamente me venden puchos y tengo que pasar por varios para asegurarme de que no sean falsos. Acumulo cigarrillos falsos, infumables.
- ¿Tenés Philip box?
- Tomá
- Bueno, no gracias.
Hasta que alguno me genera un poco más de confianza y hago la pequeña apuesta de $3,70.
Me siento el hombre de los lobos. De nada sirve que me justifique. Que mi desconfianza esté sólidamente justificada, no cambia el hecho de que estoy paranoica.

Tras meses de discutirlo, he logrado que la Dra Lowe me deje ir. Voy por la semana tres y he decidido volver. Tengo motivos para elegir volver a sentarme con ella a no poder decir nada, pero que sean los mismos que antes hace que dude de que esta vez vaya a funcionar.

Qué más da.