domingo, 20 de julio de 2008

Dijo...

voy a escribirte una carta, pero una carta con errores ortográficos, para que no puedas identificarme.
voy a escribirte para que sientas la caricia, porque sé que la extrañas. Una caricia que es tu carencia, tu ignorancia, tu deseo de mi regreso.
detrás de las palabras mal escritas, garabateadas en los márgenes de un panfleto, estaré yo escribiéndote para que no te duela tanto el desamparo que dejás a tu paso.
recibirás el sobre como quien toma un fragmento de nada, y quizás te detengas una hora a pensar en el misterioso remitente. Le pondrás el nombre que más te convenga, es posible que hasta enuncies algún tipo de respuesta en un papel itinerante, que permanecerá recorriendo el mundo desde tu cartera hasta que lo descartes finalmente en un tacho de basura, sin volverte a pensar en mí.
voy a escribirte otra carta, entonces, y tendré que respetar mi posición.
decirte quizás que el abandono es tal solamente cuando lo permitimos. Una carta que tengas a quién responder, y que sea a mí, y que no puedas olvidarla entre papeles de chocolates y boletos de colectivo.
para decirte qué, si en realidad solamente lo hago para que tengas a quien añorar cuando te sientas infinitamente sola, y rechazar cotidianamente. No querés verme, si escuchás mi nombre de soslayo girás en dirección contraria, no vaya a ser que te topes conmigo y mis ganas de aspirar la oleada de contradicciones que permanece luego de tu andar apurado.
eso sí, fantaseás conmigo, pensás que soy esa locomotora que quedó como residuo de la bomba, eso poco que te quedó incondicional, no porque no tuviera tiempo de dar media vuelta y elegir otra cosa, sino porque cual esclavo de tu voz se quedó a esperar un hueso raído, un momento en la historia, otra entrada triunfal.
ese monumento a lo que pudo haber sido, eso que soy para vos, me obliga a rendirte culto para devolverte la cortesía. Si me has nominado como el ser que te aguardará eternamente, me has elegido para ello.
mi amor pierde sentido, se torna cariño protocolar.
podría contarte entonces, en una carta, con fecha, con mi nombre, con mi firma, que mi cama te reclama, que mis noches te aguardan, que los helados ya no me gustan tanto. Y así mantener encendida esta pequeña vela, este homenaje que nos hacemos, esta reciprocidad mal barajada.
no decir nada sería poco cordial... y está claro que no podés manejar ese tipo de actitudes.


-------



Es posible que ya no me hable, pero yo lo escucho igual... antes y después de los bombardeos.




.
- Había un enorme jardín, un amplio predio donde desaparecer, extensiones de árboles y pasto y sombras, en las que descansar de ese agobio cotidiano.
- Vivía con mis padres...
- Podías tomar el auto y escapar en cualquier dirección, el río, la selva, un pueblo vecino, un viejo amigo, incluso a otro país, o a un paraíso fiscal.
- En el pueblo todos te conocían y todo se sabía...

Y la libertad se le diluía en la persistencia de la mirada ajena. Siempre con el ojo pegado al hombro, sintiéndose juzgada.
Un poco ciega, un poco desesperanzada, un poco cansada de sufrir. Pero eso era así, y nada estaba en la mesa de cambio... todas mierditas a las que pensaba mantenerse aferrada.

Es fácil mirar el lado Coca-Cola de la vida de otros, me digo.

Ella ha decidido mudarse cerca del cielo, a cuatro llaves de la calle.

Yo trato de no pensar. Eso también es así.

sábado, 5 de julio de 2008

Neurótica

Quiebra la tarde esa enorme sensación de agradecimiento. Por Willy Crook, por ejemplo, o por Richard Ashcroft.

Tengo un libro nuevo... y como que me da un poco de cosquillas en la panza. Me hace reír, soy bastante fetichista. El lomo tiene la espalda desnuda de una mujer, descansando dentro de una rosa cálida. Al fondo un difuso verde gamuzado. Letras itálicas amarillo patito. Muy kitsch. Muy pajero, parece.

Estimo que empecé a descongelarme. Me depilé. El doctor dice que voy a mejorar. Yo pinto veleros, en la noche, con los dedos, escondida bajo la luz que entra de la planta baja por la escalera. En la boca una palabra.

Siempre canchereando.

Me inserto en el consumo nuevamente, con la náusea que ello acarrea.