sábado, 30 de enero de 2010

Me pone triste la publicidad de Toddy

No me divierte, no me saca una sonrisa, no me hace bien... Bueno, no es que espere que un comercial me haga bien, pero esta pieza me genera una deseperanza tan alejada a lo que puedo llegar a recibir en un vaso de chocolatada, que se me llena el cuerpo de contradicciones.

Es eso, son contradicciones. Entiendo que hay un chiste, lo sé. De hecho he sido testigo de gente que ríe frente a la pieza. Pero más allá de la racionalidad, está ese rechazo a una mentira que es dañina como la sopa de costumbre o el tedio cotidiano. Rechazo porque veo a ese pibe y lo imagino en 25 años, con su mujer, sus hijos, y sus verdades atragantadas tan "de balde". Sin sentido. Como la enfermedad.

El chiste de no decir lo que se piensa no es gracioso, es penoso.
La hipocresía... no me da risa.
Y no es una cuestión de género.