sábado, 24 de mayo de 2008

No hero in her sky

Encuentro los caminos para disfrazarme, para fluir, poder extinguirme un poco.
Me gustaría pudiera regalar mis años, como quien entrega un presente. Quedarme con algunos meses, un par de curvas más, y tranquila por la puerta que se me indique.
Obediente.
Desvestirme, saludar con la mano... alguna parada a mirarme llorar en el espejo para generar clima de eternidad, digo, que al fin y al cabo todo queda acá, inacabado, incompleto, indeciso... Y entonces la partida.
Me despediría en varios idiomas, como para decir adiós a todos los retazos.


(A veces me siento como cortina de almacén, dura y en tiritas, atravesada con cierta repugnancia).

Me conflictúo y me delibero con mi propio odio y con la fascinación que me genera. Y me escribo porque me siento un personaje de un cuento que no escribo porque me aburre desesperadamente y me hace desear una muerte de planta olvidada sobre la ventana en verano... seca, sedienta, inmovilizada, quemada como desde lejos por mi propia lupa.