domingo, 20 de julio de 2008

- Había un enorme jardín, un amplio predio donde desaparecer, extensiones de árboles y pasto y sombras, en las que descansar de ese agobio cotidiano.
- Vivía con mis padres...
- Podías tomar el auto y escapar en cualquier dirección, el río, la selva, un pueblo vecino, un viejo amigo, incluso a otro país, o a un paraíso fiscal.
- En el pueblo todos te conocían y todo se sabía...

Y la libertad se le diluía en la persistencia de la mirada ajena. Siempre con el ojo pegado al hombro, sintiéndose juzgada.
Un poco ciega, un poco desesperanzada, un poco cansada de sufrir. Pero eso era así, y nada estaba en la mesa de cambio... todas mierditas a las que pensaba mantenerse aferrada.

Es fácil mirar el lado Coca-Cola de la vida de otros, me digo.

Ella ha decidido mudarse cerca del cielo, a cuatro llaves de la calle.

Yo trato de no pensar. Eso también es así.