lunes, 23 de junio de 2008

Blue

Lo que pasa cuando alguien se va es que uno debe empezar a convivir con su ausencia. Es allí donde pesa y donde duele, en los huecos y vacíos, en los espacios que hay que aprender a llenar. Da miedo, bronca e impotencia. Sobreviene la noción constante de que somos mortales, y de que enormes ridiculeces del azar nos pueden separar para siempre. Noto que si bien pienso seguido en la muerte, no reparo en la ajena... no, esa me agarra por sorpresa, como para sacudirme el egocentrismo y obligarme a despabilarme.

Estoy asustada. Temo a las sopresas por venir. No me animo a estar sola. Creo que voy a llorar.