miércoles, 25 de abril de 2007

Nada es gratis en la vida...

No importa cuánto hayas conseguido, siempre llega el día en que te quedás sin... Lo ves venir y pensás que no va a ser un problema, que podrás manejarlo, que siempre has podido. Cómo se olvida lo difícil que es poder... querés fumar, desesperadamente. El alivio del cementerio de retazos con los que intentas armar algo es casi desagradable de insuficiente. El sabor a quemado te hace doler la cabeza. Prosigues en la ilusión de que pronto llegará a no molestarte, a apaciguarte.

El porro de tuca vieja es de los momentos más patéticos en mi vida... el día después es, simplemente, otra vez, la nada.
Gastado, pobre, no consuela ni hace feliz.


Recuerdo que Caracol tenía en su pared escrita la frase "pensar no consuela ni hace feliz"... esto que estoy fumando en este momento tampoco...


Voy tres aspirinas... no está mal. Hoy no estuvo tan mal. No dormí siesta. Me enojé un poco (y sigo un poco enojada). Sonreí bastante.
Hoy casi pude mover el cuerpo. Caminé mucho. Hice negocios y teatro... mucha farsa. Manualidades también, y puse a prueba mi amor propio (como siempre, le gano). Y hablando de amor propio, extrañé ese amor ajeno, ese que todavía me gana. Una piba vino con una de un año y otro de cuatro, ambos colgando del cochecito que llevaba de la manera más desamorada e inconsciente que he visto en mi vida. "Es que si no los tenés ahora no los tenés más". Ay qué miedo me dio... y también pensé "y bue, se me fue el tren" (y "qué bueno que se fue ese tren"). Me sentí un poco más vieja y un poco más joven. Un día más y pinta que los dolores de cabeza irán en aumento.