sábado, 24 de noviembre de 2007

¿No la tenés en amarillo?

- ¿Feliz?
- Requete.
- ¿Por?
- No sé... pero igual, cuando no, tampoco.
- ¿Por?
- No sé, no me hagas pensar.

Nunca entendí porqué alguien elegiría, sin coerción alguna, vestir de amarillo.
Me reí dos veces. Una, con lo de sin coerción alguna; otra, con la banalidad de mis reflexiones -que son, también, mis ataduras: ¿cuándo más atado que cuando vestido?-. Podía recitar de memoria "el amarillo no me queda bien, porque tengo la piel clara y nunca tomo sol"... me van mejor un negro o un azul marino, que juega o hace juego con la palidez y las ojeras, con los huesos en primer plano... Los colores claros resaltan las pecas.

Superficies.
Vengo de hacer shopping. Si bien es cierto que no compré nada amarillo, me probé todo en ese color. Supongo que me puede llevar un tiempo reformularme (pero Dr. Low dice que hay esperanzas y yo estoy fascinada con el libro que robé cortesmente a C).