martes, 7 de agosto de 2007

Back on track

Los niños eran buenos sub-empleados... sus dedos pequeños podían atravesarlo todo y ellos eran fácilmente atravesables.

- Vos, que tenés brazo flaco, metelo en esa cueva, para ver si hay víboras.

Mi brazo flaco no tiene ritmo, no sabe silbar y no lleva reloj.
Puedo ser fuerte, ejercito mis mandíbulas y logro ser invencible.

It's not a lie if you believe it...

Quien supo domar montañas ha vuelto a caminar entre nosotros. Pasa con aire frío y logra estremecernos. Me siento afortunada al recibir la ola polar de pinos nevados. No evito seguir la estela de frescura que deja en su trote encantador. Aspiro hasta el último suspiro. Embelesada, me derrito en mi lago.

Ya no hay aullidos intestinales, no recuerdo la última vez que lloré.
(mentira, fue ayer, pero me he liberado de la parálisis de las lágrimas abolidas y logro disfrutar de mejillas saladas casi tanto como de moretones y rasguidos)

No era muy difícil darse cuenta de que necesitaba vacaciones, pero lo obvio a veces se esconde tan pero tan bien. Dra Lowestein no tuvo más que admitirlo, casi aplaudiendo, "maravilloso, maravilloso". Su sonrisa es un buen augurio y un mal vicio: me conmuevo al tiempo que me acomodo en la parte de mi síntoma que se pone acolchadita.