domingo, 10 de junio de 2007

¿Por qué no más que esta ínfima desgarradura, por la que no puede colarse ni tan siquiera el sonido?
Las paredes son de lata y esos espejos que me obligan a vigilarme. Tengo miedo en las noches, cuando no logro apagarlos con mis ojos.

He caminado largas veredas, arañando los muros para poder regresar. Cuánto gastarse los dedos por un recorrido que desaparece a mi paso. No es lo único sino la victoria de lo efímero.




La Lagartija





Espirales de silencio y el gesto apaciguado en la derrota.





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