martes, 17 de abril de 2007

Un día nos vamos a olvidar

Salimos de la oficina. Ella llegó justo antes de que nos pusiéramos en movimiento. Me encontró y se sentó a mi lado. Sus ojos son preciosos y a veces quisiera ser hombre para poder mirarla más honestamente.

Miraba la fábrica mientras nos alejábamos. Sacudió todo para acomodarse en su lugar, y me sonrió con fuerza. Siempre me sonreía con fuerza cuando me miraba. Estaba algo triste hoy (no sé bien si ella o yo). La conversación fluyó sobre aquello acerca que lo que intento no hablar al salir de la oficina... eso de la oficina. No intentaba luchar contra mi desazón... y ella tampoco contra la suya pero con mucha más gracia.

- Creo que en algún momento te olvidás de lo que querías y simplemente trabajás-
- Yo no me voy a perder-

Qué no daría yo por perderme, por olvidarme, por dejarme vencer por los hechos, por abandonar el concepto mismo de esperanza, por darme por derrotada desconociendo mi derrota (pero no, mis derrotas tienen nombres, apellidos, números de legajos, registros, y chinches abultadas en mi cerebro...)... ¿y qué daría yo por no hacerlo?


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