Urgencia de codificación. Los significantes son como duendecitos con cara de malos, que me agarran de las patas, de los pelos, de las orejas, de las uñas y las pestañas, y tiran cada uno para su lado. Y siento que si no empezamos a trabajar juntos, difícilmente vayamos a decir nada. El lenguaje tiene que empezar a colaborar un poco, por lo menos a la hora de hacer sistema.
Si no hay equipo me disperso.