Digo que estás invitado, si querés, a mi cama.
Digo sin culpa, sin miedo (sin intenciones incluso podría malinterpretarse). Como si no fuera la primera vez que te invito a mi cama. Como si no hubiera dudas sobre tu respuesta. Como si hiciera falta verbalizar lo entendido.
Asentimos.
Y tus manos le marcan un límite a mi cuerpo. Y desde allá hasta acá somos todo.
Extraño tu piel suave, tu calor y tus besos.
Estoy bien, jugando a desenredarme.